
Charlamagne Tha God y su revolución masculina: “Tocar el césped” y otras claves para sanar la ansiedad
Las estadísticas no mienten: los hombres tienen mayor probabilidad de morir por suicidio que las mujeres, y solo una minoría busca ayuda psicológica. Charlamagne lo vivió en carne propia. “Los hombres ocultamos el dolor porque nos enseñaron que llorar es debilidad”, confesó. Su testimonio refleja un problema sistémico: la “masculinidad tóxica” no solo aliena emocionalmente, sino que agrava trastornos como la ansiedad, que en hombres suele manifestarse con irritabilidad, adicciones o somatizaciones físicas.
El locutor admitió que durante años normalizó su malestar hasta que colapsó. “Fui a terapia por ansiedad, pero descubrí que era solo la punta del iceberg”. Su experiencia coincide con lo que psicólogos llaman “la capa de hielo emocional“: muchos hombres llegan a consulta por síntomas superficiales (insomnio, estrés laboral) y, al profundizar, encuentran traumas infantiles no resueltos.
¿Por qué caminar descalzo sobre el pasto puede ser más terapéutico que una pastilla? Charlamagne lo explica con crudeza: “Es volver a lo básico: sentir la tierra, respirar aire no filtrado por pantallas”. Este acto, que muchos ridiculizan, tiene bases científicas:
En SELIA, terapias basadas en ecoterapia ya incorporan estos principios, pero el mérito de Charlamagne es democratizarlos: “No necesitas un retiro caro; basta tu jardín o un parque”.
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El momento más crudo de su charla fue cuando habló de su padre. “Descubrí que mi ansiedad venía de querer su aprobación y no saber cómo pedirla”. Su revelación destapa una epidemia silenciosa: el duelo por padres emocionalmente ausentes.
Charlamagne detalló cómo su padre lo disciplinaba “por cosas que nunca me enseñó”, creando un ciclo de frustración. Pero el giro llegó cuando su padre confesó su propia depresión e intentos de suicidio: “Entonces lo vi como un hombre roto, no como un verdugo”. Este proceso de empatía radical es clave en terapias para traumas, donde entender el dolor ajeno sana el propio.
“Los hombres también lloran por sus papás”, insistió. Su mensaje desafía el mito de que los conflictos paternofiliales solo afectan a las mujeres.










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