
Cómo las expectativas afectan la salud mental
Las expectativas son una parte inherente de la experiencia humana. Desde que somos niños, nos enseñan a esperar ciertos resultados: buenas calificaciones, un trabajo estable, una relación amorosa feliz, entre otros. Sin embargo, cuando estas expectativas no se cumplen, pueden generar frustración, ansiedad y, en casos más graves, afectar seriamente nuestra salud mental.
En un mundo donde la presión por alcanzar el éxito y la perfección es cada vez mayor, es crucial entender cómo las expectativas nos impactan y aprender a manejarlas de manera saludable.
Las expectativas son creencias o suposiciones sobre lo que debería ocurrir en el futuro. Pueden ser conscientes o inconscientes, y a menudo están influenciadas por factores externos como la cultura, la familia, los medios de comunicación y las redes sociales. Por ejemplo, muchos crecen con la expectativa de que deben casarse antes de los 30, tener un trabajo bien remunerado y vivir en una casa propia.
¿Por qué las tenemos?
Las expectativas nos ayudan a establecer metas y a orientar nuestras acciones. Sin embargo, cuando son demasiado rígidas o poco realistas, pueden convertirse en una fuente de estrés y ansiedad. Además, muchas veces las expectativas no son nuestras, sino que las internalizamos a partir de lo que la sociedad o las personas cercanas nos dicen que “deberíamos” hacer o ser.
Las expectativas no cumplidas pueden tener un profundo impacto en nuestra salud mental. Aquí exploramos algunos de los efectos más comunes:
Cuando nuestras expectativas no se cumplen, es natural sentir frustración y decepción. Estas emociones pueden ser especialmente intensas si hemos invertido mucho tiempo, energía o recursos en alcanzar un objetivo específico.
Ejemplo: Una persona que espera ser promovida en su trabajo y no lo logra puede sentirse fracasada, incluso si ha hecho un buen trabajo.
Las expectativas poco realistas pueden generar una presión constante por alcanzar metas inalcanzables. Esto puede llevar a un estado de ansiedad crónica, donde la persona vive en un estado de alerta permanente, temiendo no cumplir con lo que se espera de ella.
Ejemplo: Un estudiante que espera obtener siempre las mejores calificaciones puede experimentar ansiedad ante cada examen, incluso si está bien preparado.
Cuando no cumplimos con nuestras expectativas o las de los demás, podemos comenzar a cuestionar nuestro valor y capacidades. Esto puede llevar a una baja autoestima y a un sentimiento de insuficiencia.
Ejemplo: Una persona que espera tener una relación perfecta y se enfrenta a conflictos constantes puede comenzar a creer que no es lo suficientemente buena para ser amada.
En casos más graves, las expectativas no cumplidas pueden contribuir al desarrollo de la depresión. La sensación de fracaso y la falta de control sobre los resultados pueden llevar a un estado de desesperanza y tristeza profunda.
Ejemplo: Alguien que espera alcanzar el éxito profesional a una edad temprana y no lo logra puede caer en un estado depresivo, sintiendo que ha desperdiciado su vida.
Un aspecto crucial a considerar es la diferencia entre las expectativas que nos imponemos a nosotros mismos y las que nos imponen los demás. Ambas pueden ser dañinas, pero de maneras diferentes.
Ejemplo: Una persona puede sentirse presionada a seguir una carrera que no le apasiona solo porque sus padres esperan que lo haga.
En la era digital, las redes sociales juegan un papel importante en la formación de expectativas. Las plataformas como Instagram y Facebook están llenas de imágenes de vidas “perfectas”: cuerpos esbeltos, viajes exóticos, relaciones ideales y carreras exitosas. Estas imágenes, aunque a menudo son editadas o exageradas, pueden crear expectativas poco realistas sobre cómo debería ser nuestra vida.
Efectos en la salud mental:
Aunque es imposible eliminar por completo las expectativas, hay estrategias que podemos implementar para manejarlas de manera más saludable y reducir su impacto negativo en nuestra salud mental.
Es importante ser realista sobre lo que podemos lograr y aceptar que no todo está bajo nuestro control. Esto no significa renunciar a nuestros sueños, sino ser flexibles y adaptarnos a las circunstancias.
Cómo hacerlo:
La autocompasión implica tratarnos a nosotros mismos con la misma amabilidad y comprensión que le ofreceríamos a un amigo. Esto puede ayudarnos a manejar la frustración y la decepción cuando las cosas no salen como esperábamos.
Cómo hacerlo:
Reducir el tiempo que pasamos en las redes sociales puede ayudarnos a evitar comparaciones poco saludables y a enfocarnos en nuestra propia vida.
Cómo hacerlo:
En las relaciones interpersonales, es importante comunicar claramente nuestras expectativas y escuchar las de los demás. Esto puede prevenir malentendidos y conflictos.
Cómo hacerlo:
La práctica de la atención plena (mindfulness) puede ayudarnos a reducir la ansiedad asociada con las expectativas futuras y a disfrutar más del momento presente.
Cómo hacerlo:
Si las expectativas no cumplidas están afectando seriamente tu salud mental, es importante buscar ayuda profesional. Un psicólogo o terapeuta puede ayudarte a explorar las raíces de tus expectativas, desarrollar estrategias para manejarlas y trabajar en la construcción de una autoestima saludable.
Beneficios de la terapia:
Las expectativas son una parte natural de la vida, pero cuando son demasiado altas, rígidas o poco realistas, pueden convertirse en una fuente de sufrimiento y afectar seriamente nuestra salud mental. Aprender a manejarlas de manera saludable es esencial para vivir una vida más equilibrada y plena.
Al ajustar nuestras expectativas, practicar la autocompasión y enfocarnos en el presente, podemos reducir el impacto negativo de las expectativas no cumplidas y cultivar una mayor resiliencia emocional. Además, buscar ayuda profesional cuando sea necesario puede ser un paso crucial hacia el bienestar mental.
En un mundo donde la presión por alcanzar el éxito y la perfección es cada vez mayor, recordar que somos humanos y que está bien no ser perfectos puede ser liberador. Al final, la clave no está en cumplir con todas las expectativas, sino en vivir una vida auténtica y significativa, en la que nos permitamos ser quienes realmente somos.
Si tú o alguien que conoces está experimentando una emergencia o una crisis y necesita ayuda inmediata, llama a la línea 192 opción 4 (en Colombia) o dirígete a la sala de emergencia más cercana. Encuentra recursos adicionales para crisis.