Cuándo es el momento adecuado para llevar un niño a terapia psicológica

Última actualización:
2025-10-16

Cuándo es el momento adecuado para llevar un niño a terapia psicológica

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El bienestar emocional de los niños y adolescentes es una pieza clave para su desarrollo integral. En países como México y Colombia, donde los cambios sociales, económicos y culturales plantean retos cada vez mayores a las familias, el cuidado de la salud mental infantil es más relevante que nunca. Sin embargo, persisten mitos y desconocimiento sobre cuándo es necesario buscar ayuda profesional para los hijos.

Aunque durante años se pensó que la salud mental era un tema que concernía únicamente a los adultos, hoy se sabe que los trastornos emocionales pueden comenzar desde edades muy tempranas. Los niños y adolescentes también experimentan ansiedad, tristeza profunda, problemas de autoestima o dificultades conductuales que, si no son atendidos oportunamente, pueden repercutir en su vida adulta.

La salud mental infantil es un aspecto central para el desarrollo cognitivo, social y emocional de los menores. Por ello, los padres, educadores y cuidadores tienen la enorme responsabilidad de aprender a identificar las señales de alerta que podrían indicar la necesidad de iniciar un proceso terapéutico.

Es natural que los niños atraviesen por cambios de ánimo o momentos de frustración a medida que crecen. Sin embargo, cuando estos comportamientos se prolongan o se intensifican, es momento de prestar mayor atención. Algunas de las señales más comunes que pueden indicar que un menor necesita apoyo psicológico son:

  1. Cambios persistentes en el comportamiento: Si el niño muestra irritabilidad, tristeza o conductas agresivas que duran más de dos semanas.
  2. Aislamiento social: Pérdida de interés en actividades que antes disfrutaba y rechazo al contacto con familiares o amigos.
  3. Dificultades académicas: Disminución del rendimiento escolar sin una explicación aparente.
  4. Problemas de sueño o alimentación: Insomnio, pesadillas frecuentes, pérdida o aumento considerable del apetito.
  5. Quejas físicas recurrentes: Dolores de cabeza, estómago u otros malestares físicos sin causa médica aparente.
  6. Regresión en comportamientos: Volver a conductas que ya había superado, como mojar la cama o hablar como un niño pequeño.

Estos signos no siempre indican un trastorno mental grave, pero sí requieren ser evaluados por un profesional de la salud mental infantil que pueda valorar la situación en su contexto.

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Problemas de salud mental más frecuentes en niños y adolescentes

La infancia y la adolescencia no están exentas de trastornos emocionales y conductuales. Entre los más comunes, tanto en México como en Colombia, los especialistas identifican los siguientes:

  1. Trastornos de ansiedad: Incluyen miedos exagerados, preocupación constante por eventos futuros, fobias específicas o ataques de pánico.
  2. Depresión infantil: Aunque muchas personas creen que la depresión solo afecta a los adultos, los niños también pueden experimentarla. Los síntomas incluyen tristeza persistente, irritabilidad, pérdida de interés en actividades, fatiga y quejas físicas sin explicación médica.
  3. Trastornos de comportamiento: Conductas desafiantes, desobediencia constante, explosiones de ira o agresividad hacia los demás.
  4. Trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH): Dificultad para concentrarse, impulsividad, hiperactividad excesiva y problemas para seguir instrucciones.
  5. Trastornos del desarrollo, como el autismo: Afectan la comunicación, la interacción social y pueden presentar patrones de comportamiento repetitivos.

Estos trastornos pueden interferir en el rendimiento escolar, las relaciones sociales y el bienestar general del menor si no reciben la atención oportuna.

La depresión infantil: un desafío subestimado

En América Latina todavía existe el mito de que los niños son incapaces de deprimirse. Sin embargo, los expertos insisten en que la depresión infantil es una realidad que necesita ser visibilizada. A diferencia de los adultos, los niños no siempre expresan verbalmente su tristeza. En muchos casos, lo manifiestan a través de la irritabilidad, los problemas de conducta, el aislamiento o las molestias físicas recurrentes.

Es fundamental que los padres no desestimen los cambios emocionales de sus hijos, incluso si parecen menores. Un episodio de tristeza prolongada, acompañado de baja autoestima, fatiga constante y pérdida de interés en actividades habituales, puede ser una señal clara de un cuadro depresivo.

Causas que pueden desencadenar problemas emocionales en los niños

Las causas de los trastornos mentales infantiles son diversas y pueden ser resultado de una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Entre los principales desencadenantes se encuentran:

  1. Antecedentes familiares de trastornos mentales: Los niños cuyos padres o familiares cercanos han padecido depresión, ansiedad u otros problemas psicológicos tienen un riesgo más elevado.
  2. Desequilibrios químicos en el cerebro: Algunos trastornos pueden estar relacionados con desbalances en los neurotransmisores.
  3. Situaciones familiares conflictivas o inestables: Separaciones, divorcios, peleas constantes entre los padres, violencia intrafamiliar o negligencia emocional afectan gravemente el bienestar emocional de los menores.
  4. Eventos traumáticos: La pérdida de un ser querido, abuso físico o emocional, maltrato o cualquier situación traumática puede dejar secuelas importantes.
  5. Presión escolar y social: Problemas de bullying, dificultades académicas, rechazo por parte de los compañeros o exigencias escolares desmedidas pueden desencadenar cuadros de ansiedad o depresión.
  6. Problemas de autoestima: La autoimagen negativa, la comparación constante con otros y la falta de aceptación personal pueden agravar el malestar emocional.
  7. Enfermedades crónicas o discapacidades: Los niños que enfrentan problemas de salud física prolongados pueden desarrollar ansiedad, tristeza o frustración.

El entorno familiar es un pilar fundamental en la salud emocional de los niños. Un hogar que brinda amor, contención y comunicación abierta puede amortiguar muchos de los factores de riesgo mencionados.

Importancia de la intervención temprana

La intervención oportuna es crucial para evitar que los problemas emocionales se agraven o se prolonguen innecesariamente durante la vida adulta. Cuanto antes se identifiquen los signos de alerta y se reciba atención especializada, mayores serán las posibilidades de recuperación y bienestar para el niño.

El acceso temprano a la atención psicológica no solo alivia el sufrimiento actual del menor, sino que también previene consecuencias futuras como dificultades escolares crónicas, problemas de comportamiento más graves, adicciones o trastornos emocionales en la adultez.

El rol de los padres y educadores

Tanto en México como en Colombia, uno de los mayores desafíos es combatir la desinformación y el estigma que aún persiste alrededor de la salud mental infantil. Muchos padres temen que llevar a su hijo a terapia sea sinónimo de “fracaso” o que pueda etiquetarlo de manera negativa. Sin embargo, buscar ayuda es, precisamente, una demostración de responsabilidad y amor hacia el bienestar de los hijos.

Los educadores, por su parte, también juegan un papel clave. Son quienes conviven muchas horas al día con los niños y pueden detectar alteraciones en su comportamiento escolar, dificultades para socializar o cambios repentinos en su rendimiento académico. Un trabajo articulado entre padres, maestros y profesionales de la salud mental permite un abordaje integral de cada caso.

¿Qué sucede en la terapia infantil?

Muchos padres sienten temor o incertidumbre sobre lo que implica llevar a su hijo a terapia psicológica. Es importante aclarar que el objetivo principal de la terapia infantil es ofrecer un espacio seguro y confiable donde el menor pueda expresar sus emociones, hablar de sus miedos, identificar sus dificultades y aprender estrategias para gestionar sus sentimientos.

Los psicólogos infantiles utilizan herramientas adaptadas a la edad del paciente, como:

Estas técnicas permiten que los niños se sientan cómodos y puedan abordar temas difíciles sin sentirse presionados. Al mismo tiempo, los padres reciben orientación sobre cómo acompañar emocionalmente a sus hijos en casa.

La terapia no es un castigo, es un regalo que le permite al niño desarrollar resiliencia y habilidades emocionales saludables.

En ambos países latinoamericanos todavía hay sectores que consideran la terapia como un recurso extremo, cuando los problemas ya son graves. Sin embargo, la psicología infantil es, ante todo, preventiva. Un acompañamiento profesional puede incluso evitar que pequeñas dificultades emocionales se transformen en problemas mayores.

La salud mental debe dejar de ser un tema tabú dentro de las familias. Los niños necesitan saber que está bien pedir ayuda, que expresar emociones no es un signo de debilidad y que siempre hay herramientas para sentirse mejor.

La importancia del autocuidado familiar

Por último, es fundamental entender que la salud mental infantil no es un fenómeno aislado. Los padres también deben cuidar su propio bienestar emocional. Los hijos perciben el estrés, el agotamiento o los problemas no resueltos de sus cuidadores. Cuando los adultos practican el autocuidado, la regulación emocional y una comunicación saludable, transmiten modelos de afrontamiento positivo a los menores.

Los niños no solo aprenden de lo que les decimos, sino, sobre todo, de lo que ven en nosotros.

En México, Colombia y toda América Latina, hablar de salud mental infantil es hablar de futuro. La detección temprana, la intervención profesional oportuna y el acompañamiento amoroso de la familia marcan la diferencia en la vida de los niños.

Si tú o alguien que conoces está experimentando una emergencia o una crisis y necesita ayuda inmediata, llama a la línea 192 opción 4 (en Colombia) o dirígete a la sala de emergencia más cercana. Encuentra recursos adicionales para crisis.