
Cómo el Día de la Madre se convirtió en mi peor pesadilla
Andrea Angarita, una arquitecta de 41 años en Bogotá, contempla con angustia el ramo de claveles que su hijo de 9 años le trajo del colegio. Las flores perfectas, atadas con una cinta azul, despiertan un nudo en su garganta. “Gracias, mi amor“, murmura automáticamente mientras su mente viaja tres décadas atrás, a Bucaramanga, donde una niña de 8 años recibía miradas de decepción por un portarretratos hecho con frijoles que no era “lo suficientemente bonito” para su madre.
Este año, por primera vez, Andrea reconoce el patrón: está repitiendo con sus hijos la misma dinámica tóxica que tanto la lastimó. La expresión herida de su hijo menor al recibir su reacción fría fue el detonante para buscar ayuda en SELIA.
Los recuerdos de infancia de Andrea están marcados por fechas especiales convertidas en campos minados emocionales:
“Creí que al independizarme y formar mi familia rompería el ciclo. Pero sin querer me convertí en una versión joven de mi madre“, confiesa con lágrimas en su primera sesión de terapia.
Sin darse cuenta, Andrea comenzó a reproducir conductas aprendidas:
✔️ Rechazaba los desayunos en cama que le preparaban con excusas como “Dejen eso, harán un desorden”
✔️ Guardaba las manualidades escolares de sus hijos sin mirarlas detenidamente
✔️ Se encerraba a llorar en el baño durante las celebraciones, igual que su madre
El momento de claridad llegó cuando su hijo Santiago, de 9 años, le entregó una carta que decía “Eres la mejor mamá del universo” y ella respondió con un seco “No exageres, eso no es cierto“. La mirada de dolor del niño fue idéntica a la que ella veía en fotos de su infancia.
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En SELIA, la psicóloga especializada diseñó un plan en cuatro fases:
1. El duelo por la madre que no tuvo
2. Reprogramación de fechas traumáticas
3. Reparación con sus hijos
4. Reconexión con su maternidad
Este año, Andrea enfrentó la fecha de manera diferente:
“Por primera vez no sentí ese vacío en el estómago cuando me desperté ese día“, cuenta Andrea. Sus hijos notaron el cambio: “Mamá se rio cuando se le quemaron los huevos“, comentó su hija mayor en la siguiente sesión familiar.
Su historia enseña que:
En SELIA recordamos que sanar nuestra relación con la maternidad (como hijas y como madres) es un proceso de valentía. Como Andrea descubrió: “Aprendí que ser mejor madre no significa ser perfecta, sino estar presente. Incluso en el dolor, especialmente en el dolor“.
*La historia ficticia retrata los cientos de casos de pacientes de SELIA, en la búsqueda de formar conciencia con compasión en la sociedad.
Si tú o alguien que conoces está experimentando una emergencia o una crisis y necesita ayuda inmediata, llama a la línea 192 opción 4 (en Colombia) o dirígete a la sala de emergencia más cercana. Encuentra recursos adicionales para crisis.