
La OMS alerta: más de mil millones de personas viven con trastornos mentales
La información fue compartida a nivel global y reproducida en distintos medios, entre ellos El Heraldo, donde se detalló que este panorama constituye uno de los mayores desafíos de nuestro tiempo. Pero más allá de las estadísticas, la pregunta que debemos hacernos es: ¿qué significa realmente que uno de cada siete habitantes del planeta esté atravesando por estas condiciones?
Los datos son contundentes. Según la OMS, los trastornos más comunes siguen siendo la ansiedad y la depresión, dos condiciones que muchas veces se pasan por alto o se minimizan como simples “bajones de ánimo”. Sin embargo, su impacto en la vida cotidiana de las personas es profundo: afectan la capacidad de concentrarse, trabajar, relacionarse e incluso mantener la motivación para continuar con las tareas más básicas.
La prevalencia de estas condiciones no es homogénea. En el caso de las mujeres, la incidencia es mayor que en los hombres, lo que abre la puerta a reflexionar sobre las cargas sociales, culturales y laborales que podrían estar influyendo en estas diferencias. Y en el caso de los jóvenes, la situación se vuelve especialmente alarmante: una proporción significativa experimenta sus primeros episodios de ansiedad, depresión o estrés crónico antes de los 25 años.
¿Podemos imaginar el futuro de una generación entera si no se atienden estas señales desde el principio?

Uno de los puntos más preocupantes que resaltó la OMS es que una gran parte de los trastornos mentales se manifiestan en la infancia y adolescencia. Un tercio surge antes de los 14 años, la mitad antes de los 18 y casi dos tercios antes de los 25. Esto quiere decir que millones de jóvenes en el mundo inician su vida adulta arrastrando cargas emocionales y psicológicas sin haber recibido acompañamiento oportuno.
En la adolescencia, una etapa marcada por los cambios hormonales, la presión social y la búsqueda de identidad, la aparición de un trastorno mental puede convertirse en un obstáculo enorme para el desarrollo pleno. Aquí surge otra pregunta inevitable: ¿estamos escuchando lo suficiente a nuestros adolescentes?
Las cifras relacionadas con el suicidio son igual de estremecedoras. En 2021, más de 700 000 personas perdieron la vida de esta forma, muchas de ellas jóvenes. El suicidio se mantiene como una de las principales causas de muerte en este grupo de edad, un dato que debería encender todas las alarmas.
Lo más preocupante es que, aunque existen programas internacionales que buscan reducir estos números, la reducción avanza de manera demasiado lenta. La OMS proyecta que, de seguir así, las metas fijadas para 2030 no se cumplirán.
Detrás de cada número hay historias, familias y comunidades enteras marcadas por la pérdida. ¿No es hora de que hablemos del suicidio sin miedo ni estigmas?
La salud mental no solo afecta la vida individual, sino que también tiene un impacto enorme en la economía mundial. La OMS calcula que la depresión y la ansiedad cuestan alrededor de un billón de dólares al año en pérdidas de productividad. ¿Cómo se explica esto? Muy sencillo: las personas que enfrentan estas condiciones suelen ausentarse más del trabajo, reducen su desempeño laboral y tienen más dificultades para mantener la estabilidad en sus empleos.
Pero lo económico no es lo único en juego. El costo social también es altísimo: familias enteras que deben reorganizarse para cuidar a un miembro enfermo, relaciones que se fracturan por la incomprensión o comunidades que estigmatizan a quienes buscan ayuda psicológica.
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A pesar de la magnitud del problema, los sistemas de salud en el mundo siguen sin estar preparados. La OMS advierte que, en promedio, solo el 2 % del presupuesto sanitario global se destina a salud mental. En muchos países de ingresos medios y bajos, apenas hay un profesional especializado por cada 100 000 habitantes.
Esto significa que millones de personas, aun sabiendo que necesitan ayuda, simplemente no tienen acceso a ella. Es como si supiéramos que un incendio arrasa con una ciudad y, en lugar de enviar un ejército de bomberos, apenas mandáramos un par de cubetas de agua.
El informe también resalta un aspecto clave: las mujeres son más vulnerables a desarrollar trastornos mentales. Entre las posibles razones se encuentran las desigualdades sociales, la violencia de género, la sobrecarga de roles familiares y laborales, y la falta de apoyo en muchos contextos culturales.
Este dato obliga a preguntarnos: ¿qué estamos haciendo como sociedad para proteger la salud emocional de las mujeres? La igualdad no puede limitarse a la esfera laboral o política; debe incluir también el acceso a cuidados integrales que contemplen la mente y las emociones.
Uno de los grandes retos es cambiar la narrativa social en torno a la salud mental. Durante décadas, hablar de ansiedad, depresión o trastornos como la esquizofrenia estuvo rodeado de estigmas y prejuicios. Se les asociaba con debilidad, falta de carácter o, incluso, con peligrosidad.
Hoy sabemos que nada de eso es cierto. Los trastornos mentales son condiciones de salud como cualquier otra, con causas biológicas, psicológicas y sociales, y con tratamientos que pueden marcar la diferencia. Romper ese silencio no solo salva vidas, también crea comunidades más empáticas y solidarias.
La OMS ha insistido en que es necesario invertir más en salud mental y promover un enfoque integral que incluya:
Y aunque los gobiernos tienen un papel central, cada persona también puede aportar con pequeñas acciones: preguntar cómo está alguien de verdad, escuchar sin juzgar, acompañar en silencio o sugerir ayuda profesional cuando sea necesario.
Un aspecto clave en la salud mental es el apoyo social. Estudios han demostrado que las personas con redes de apoyo sólidas tienden a recuperarse mejor y más rápido. Esto implica la necesidad de fortalecer los vínculos familiares, amistosos y comunitarios.
¿Cuándo fue la última vez que llamaste a alguien solo para preguntarle cómo se sentía? Ese gesto sencillo puede marcar la diferencia en la vida de quien lo recibe.
La advertencia de la OMS no es solo un informe técnico; es un llamado a cada uno de nosotros. Si más de mil millones de personas conviven con trastornos mentales, significa que probablemente alguien cercano a ti lo está viviendo. Y quizás tú mismo hayas sentido alguna de estas dificultades en algún momento.
La buena noticia es que cada día se habla más del tema, hay más profesionales especializados y más herramientas disponibles. Lo fundamental es no quedarse en silencio, buscar ayuda y reconocer que cuidar la mente es tan importante como cuidar el corazón o los pulmones.
Si sientes que estás atravesando momentos de angustia, ansiedad o tristeza profunda, recuerda que siempre puedes apoyarte en profesionales. En SELIA cuentas con terapeutas y psicólogos en línea dispuestos a escucharte y guiarte en el proceso.










Si tú o alguien que conoces está experimentando una emergencia o una crisis y necesita ayuda inmediata, llama a la línea 192 opción 4 (en Colombia) o dirígete a la sala de emergencia más cercana. Encuentra recursos adicionales para crisis.