
Síndrome de Fortunata: ¿Te obsesiona las personas que ya están en una relación?
*Con información de La Nación.
El síndrome de Fortunata es un patrón psicológico que describe una forma de dependencia emocional hacia personas que ya están en una relación comprometida. Inspirado en la novela Fortunata y Jacinta de Benito Pérez Galdós, este fenómeno no está reconocido como un trastorno mental en los manuales diagnósticos, pero sus efectos pueden ser profundamente dañinos para quienes lo experimentan.
En este artículo, exploraremos las características de este síndrome, sus causas psicológicas, los síntomas más comunes y las estrategias terapéuticas para superarlo. Este contenido está respaldado por fuentes confiables y está diseñado para SELIA, un portal comprometido con la educación en salud mental.
El síndrome de Fortunata se refiere a un patrón de comportamiento en el que una persona desarrolla una obsesión emocional hacia alguien que ya tiene una pareja estable. A diferencia de un simple enamoramiento, este vínculo se caracteriza por:
Aunque el término proviene de la literatura, psicólogos como Jorge Barraca Mairal lo han estudiado como una forma de dependencia emocional patológica, similar a lo que ocurre en el trastorno de personalidad dependiente.
Las personas con síndrome de Fortunata suelen presentar los siguientes comportamientos:
Ven al ser amado como “único e irrepetible”, ignorando sus defectos o actitudes dañinas. Justifican mentiras o maltratos con frases como “él/ella no tiene otra opción”.
Se culpan si la relación no avanza (“no soy suficiente”). Renuncian a sus necesidades personales, laborales o sociales por mantener el vínculo.
Pasan años esperando una señal de compromiso que nunca llega. Aceptan migajas de atención (“con que me llame una vez al mes, me conformo”).
Minimizan el dolor causado por la relación con frases como “el amor todo lo puede”. Creen que su situación es “especial y diferente” a la de otros amantes.
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Los expertos señalan que este síndrome no surge por casualidad, sino que está ligado a:
Padres emocionalmente ausentes: La persona repite el patrón de buscar afecto en alguien inalcanzable, recreando la dinámica familiar. Amor condicionado: Si en la niñez el cariño dependía de “portarse bien”, en la adultez se toleran relaciones desiguales para “ganarse” el amor.
La persona necesita sentirse “elegida” para compensar su baja autoestima. El hecho de que alguien le preste atención, aunque sea a escondidas, le da un falso sentido de valor.
El secreto y el riesgo activan neurotransmisores como la dopamina, generando una adicción emocional similar a la de un juego de azar.
Los mitos del amor romántico (“el amor verdadero todo lo supera”) fomentan la idealización de relaciones tóxicas.
Superar esta dependencia requiere un enfoque terapéutico multifocal:
Ayuda a identificar y cuestionar creencias distorsionadas como “sin él/ella no soy nada”. Trabaja en técnicas de exposición gradual para reducir el contacto con la persona idealizada.
Explora los patrones inconscientes que llevan a repetir relaciones dolorosas. Aborda traumas infantiles no resueltos que alimentan la dependencia.
Se fomentan actividades que devuelvan a la persona el sentido de identidad fuera de la relación (ej.: hobbies, proyectos profesionales).
Compartir experiencias con otras personas en situaciones similares reduce el aislamiento y la vergüenza.
Si un ser querido está atrapado en este ciclo, evita:
En cambio, puedes:
El síndrome de Fortunata no es un “destino inevitable”, sino un patrón aprendido que puede modificarse con conciencia y apoyo profesional. En SELIA, creemos que entender estas dinámicas es el primer paso para construir relaciones más sanas y equilibradas.










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