
Alertan de populares dietas que pueden llevar a la depresión
Las dietas restrictivas se han puesto de moda en los últimos años: bajas en calorías, sin carbohidratos, ayunos intermitentes o eliminación de grupos alimentarios enteros. Están presentadas como soluciones rápidas para perder peso, pero estudios recientes han advertido sobre su impacto negativo en la salud mental. Este artículo explora cómo las dietas extremas pueden favorecer la aparición o el agravamiento de la depresión, quiénes son más vulnerables y cómo prevenirlo.
El cerebro necesita combustible: glucosa para energía y grasas esenciales—como los omegas—para mantener la función neuronal. Si restringes esos nutrientes, “las dietas muy restringidas en carbohidratos o grasas pueden cambiar la química del cerebro y deteriorar el funcionamiento cognitivo”.
Además, dietas como las muy bajas en calorías causan déficits de proteínas, vitaminas y minerales claves. Un estudio de la Universidad de Toronto encontró que quienes siguen dietas hipocalóricas reportan mayores síntomas depresivos, especialmente si tienen sobrepeso. Esto puede deberse al “estrés fisiológico” que genera la carencia nutricional.
Algunos grupos son más vulnerables a sufrir depresión por dietas restrictivas:
El vínculo entre lo que comemos y nuestro estado mental es cada vez más claro. Alimentos ultraprocesados o con alto contenido proinflamatorio elevan marcadores como la proteína C reactiva, afectando el cerebro. Lo contrario ocurre con dietas ricas en fibra, omega‑3, antioxidantes y vitaminas del grupo B: se asocian con menor riesgo de depresión.
La psiquiatra Eva Garnika resalta que la dieta mediterránea protege frente a la depresión y reduce la inflamación crónica asociada a alimentos procesados.
En entornos controlados, las dietas bajas en grasa o calorías pueden mejorar síntomas de depresión en personas con riesgo cardiometabólico (estudios randomizados). Pero en la vida real, sin supervisión profesional, las personas suelen adoptar restricciones extremas sin compensaciones, generando desequilibrios nutricionales y emocionales .
El famoso “efecto yo‑yo”, ciclos de pérdida y ganancia de peso, provoca desgaste emocional, frustración y depresión. Asimismo, dietas como Atkins o cetogénicas, que eliminan grupos alimentarios, pueden agravar déficits de micronutrientes esenciales .
Las evidencias más consistentes apuntan a la dieta mediterránea como una opción equilibrada, antiinflamatoria y protectora. Incluye:
Además, se aconseja:
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Dietas populares sin control profesional—ayunos intermitentes sin supervisión, detox extremos, productos con promesas rápidas—aumentan riesgos hormonales, cardiovasculares y emocionales. No solo por la restricción, sino por la presión que ejercen sobre la autopercepción.
Mientras que estudios clínicos controlados muestran beneficios de la restricción en contextos específicos, en la práctica popular conducen a déficits, frustración y depresión . Una dieta que funciona en un ensayo no garantiza resultados ni seguridad a largo plazo en la vida real.










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