
Viajar para tratar su trastorno obsesivo compulsivo: Cameron Mofid
Desde niño, Mofid enfrentó el TOC: era común que repitiera patrones mentales, hiciera comprobaciones múltiples y buscara un cierre excesivo después de cada interacción. Este trastorno se caracteriza por la presencia de obsesiones (pensamientos intrusivos, no deseados) y compulsiones (conductas repetitivas destinadas a reducir la ansiedad). Como él mismo lo explicó, “el TOC se alimenta del control: controlar el entorno, las rutinas y los resultados”. Estas dinámicas suelen generar agotamiento mental, estrés y reducción de la calidad de vida.
Para alguien con TOC, la incertidumbre puede ser insoportable. Sin embargo, viajar implica precisamente lo contrario: vivir sin mapas mentales, enfrentar sorpresas, cambiar horarios, compartir escenarios desconocidos y perder el control sobre los detalles. Como dijo Mofid: “Cuando estás navegando por fronteras caóticas, durmiendo en el suelo… te ves obligado a ceder el control. Es incómodo, pero también liberador”.
Ese voluntario ejercicio de dejarse llevar —aunque genere ansiedad inicial— abre un espacio vital: el del aprendizaje de la tolerancia a la incertidumbre, una pieza clave en el tratamiento psicológico del TOC.
Si bien al principio sus viajes funcionaron como una válvula de escape, pronto Cameron comprendió que había algo terapéutico en ellos. Según compartió, “viajar se convirtió en mi forma de sobrellevar la situación, primero como un escape, luego como una forma de curación” . Esa distinción marca la transición del viaje como alivio circunstancial hacia una herramienta de cambio profundo.
Durante la pandemia, Mofid abrazó la ambiciosa meta de visitar todos los países del mundo, completando 195 destinos para abril de 2025. Ese objetivo no era solo geográfico: era un reto emocional que lo obligaba a confrontar sus temores, adaptarse a sistemas nuevos, interactuar con culturas distintas y resistir las sensaciones de vacío o duda que acompañan al TOC.
Al enfrentarse a lo desconocido, descubrió que no moría: que podía navegar la incertidumbre y descubrir gratitud, aprendizaje y conexión humana en el proceso.
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Mofid dejó claro que sus viajes crecían en paralelo con su sanación emocional. Al viajar, también comenzó a formar comunidad y se comprometió con la Erradicación del estigma del TOC. Habló sobre su experiencia en charlas TEDx y en NBC’s Today show, convirtiéndose en portavoz de la apertura emocional y la visibilización del trastorno .
Ese paso de la experiencia interna a la narrativa pública fortalece el sentido de propósito, autoestima y responsabilidad social, ingredientes claves en el mantenimiento psicológico.
Es vital aclarar que el viaje no remplaza la terapia profesional. El TOC es un trastorno que suele requerir terapia cognitivo‑conductual y, en algunos casos, medicación. Sin embargo, experiencias como la de Mofid muestran cómo actividades contextuales —como viajar con propósito— pueden complementar el tratamiento, reforzando la exposición, reduciendo la evitación y favoreciendo la autoestima.
Si bien no todos podemos viajar por el mundo, podemos incorporar algunos principios:
La historia de Cameron Mofid destaca cómo la exploración del mundo puede convertirse en una senda emocional para personas con TOC, ofreciendo herramientas prácticas de exposición, resiliencia y conexión. En SELIA celebramos ese enfoque holístico, que integra mente, cuerpo, emociones y mundo externo para promover una recuperación efectiva y humana.
El viaje, entendemos, no cura por sí solo, pero puede convertirse en el aliado que permite mirar al TOC de frente, desmantelar su poder y abrir espacio a una vida más plena, creativa y en equilibrio.










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